
Entre su ingente obra narrativa, de 1889 a 1895, Galdós dedicó un ciclo, una tetralogía, de hecho, a lo que se ha llamado las novelas de Torquemada. Con ellas, inauguró lo que denominó Novelas Contemporáneas Españolas. En concreto, estas cuatro son: Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio, Torquemada y San Pedro.
El protagonista de esta pequeña saga es un prestamista, de apellido de significativas resonancias, que, ejerciendo la usura, consigue prosperar en el decimonónico Madrid isabelino de la Restauración. El que muchas vidas consumió, a su vez, en palabras del narrador, acabó en el «quemadero».
Tras la primera entrega, el avaro pasa a ser todo un Midas, «encenagado en lo material», sin embargo, por arte de quimera plutocrática.
Ya en la tercera entrega, el triunfador cosechará ciertos frutos amargos, agraces, que afectarán, incluso, a su prole, en medio de una aparente y, por ello, inestable riqueza. El esperpento se adueñará del relato, perfilando, igualmente, la panorámica político-social de la época.
En la última de la serie, la farsa dará paso a la tragedia. Mal fin tendrá el protagonista, indigestado «de comida y oro»; globo que finalmente revienta.
Ejemplarizante y peculiar historia.
Siguiendo la interrelación de tramas y personajes —a lo Balzac—, ya había aparecido este Torquemada, este avaro carpetovetónico, en anteriores títulos del autor, aunque con un perfil secundario. En estas, no obstante, será el solista estelar. Más que interesantes novelas todas ellas. Fiel retrato, incluso en su hiperbolización, de los prestamistas y/o usureros de antaño y, en cierto modo, acaso, de los de hogaño.

Retratos es un libro de poemas que, a modo de pictóricos lienzos, eternizan el momento pasajero. En él se disecciona, metafóricamente, una sucesión de instantes congelados por siempre sobre el tiempo. Pequeños retazos en remembranza de fugaces sombras preteridas

Un gran despliegue de relatos poliédricos que sorprenderá gratamente
a los lectores. Un ejercicio de talento literario e imaginación sin límite
alguno. Una vez que comience por el primero no podrá parar.
